domingo, enero 23, 2011

la polémica de los pinganillos

Bueno, he decidido que voy a hacer caso a mi presidente; obviamente no me refiero a este ni a este, sino a alguien que merezca un poco más de consideración ;-). Así que voy a escribir este año un poco más en el blog... La próxima entrada de verdad que vuelvo al Kindle, pero hoy toca otra cosa.

Esta semana se ha criticado mucho el tema del uso de las lenguas españolas distintas al castellano en el Senado, por lo que tiene de dispendio. En realidad, si sólo atendemos a términos económicos, lo que deberíamos plantearnos es eliminar el Senado, porque con su papel actual carece de utilidad.

Un nacionalista dijo que esta medida "sólo" suponía el 1% del presupuesto del Senado; a lo mejor es momento de plantearnos ahorrarnos el 100% ;-). Los sistemas bicamerales nacieron para representar por un lado al pueblo (cámara baja) y por otro las clases privilegiadas (cámara alta), teóricamente más cultas y preparadas. En Inglaterra es muy visible con la cámara de los comunes y la de los lores (esta última ya muy reformada y con escaso poder, aunque más que nuestro senado, al poder retrasar un año la tramitación de las leyes). Esta antigua justificación, basada en combinar democracia, que es el gobierno del pueblo, con aristocracia, que es el gobierno de los mejores, ni que decir tiene que carece de sentido hoy en día. De hecho en España nuestra constitución de 1812 (Cadiz) innovó eliminando la cámara alta, que sin embargo fue reintroducida en posteriores constituciones, con la única excepción de la de la II República. En Estados Unidos el sistema bicameral es totalmente distinto, porque mientras que la cámara de represantes se basa en la población (originalmente un represante por cada 30.000 habitantes) en el senado hay dos senadores por estado y los periodos son distintos, lo que da pie a distinto equilibrio de poder. Más importante, en EE.UU. el senado no es una cámara que sólo tenga que refrendar lo aprobado en la cámara de represantes (por cierto, es incorrecto llamar "congreso" a la cámara de represantes, el "Congreso" es la unión de los represantes de las dos cámaras) sino que tiene un poder comparable a la cámara baja y hay funciones exclusivas de cada cámara. Como casi siempre, recomendable la wikipedia para más información.

Volviendo al tema de los pinganillos. Lo inadecuado de la medida no es sólo por una cuestión económica, sino de principios. No es raro encontrar gente que comete ya el error de catalogar a las lenguas como el euskera, gallego y catalán como "cooficiales" del estado y este es el tipo de medidas que hace profundizar en el error. El artículo 3 de nuestra Constitución es meridianamente claro: el idioma oficial del estado es el castellano (del que se dice que todos tenemos la obligación de conocerlo y el derecho de usarlo: la constitución de la II República iba en la misma línea y además hablaba de que esta obligación de conocer el castellano no se podía extender al resto de lenguas salvo leyes especiales). Las otras lenguas españolas son cooficiales (junto al castellano) en sus respectivas comunidades autónomas. Por mucho que se empeñe Esquerra o CiU, en Cuenca el único idioma oficial es el castellano, mientras que en Barcelona, como refleja su realidad demográfica por otro lado, son idiomas oficiales tanto el castellano como el catalán.

Así pues, dado que el Senado es una institución del Estado (que haya unos pocos representantes elegidos directamente por las comunidades autónomas no cambia esto) no tiene sentido confundir a la gente. En el Parlamento de Cataluña se tiene que hablar catalán y castellano porque ambas son las lenguas cooficiales de Cataluña y ninguna de las dos es la lengua de Cataluña en exclusión de la otra. En el Senado la única lengua oficial es el castellano porque es la única lengua del estado.

El juego de los nacionalistas es que en Cataluña el idioma oficial es sólo el catalán de igual modo que el castellano lo es de regiones como Madrid, las Castillas o Andalucía y de ahí su pretensión de ponerse al mismo nivel que el castellano en plano de igualdad. Por eso se ignoran los derechos de sus propios ciudadanos de elegir entre usar el catalán y el castellano cuando les plazca.

Y no quiero ser injusto con los derechos de los catalano-parlantes ni ignorar el sentido común: a los funcionarios de Cataluña que estén en servicios de atención al público por ejemplo sí me parece justo exigirles que conozcan el catalán. Porque mientras que cualquier ciudadano de Cataluña cuando otro se dirige a él en catalán o castellano tiene todo el derecho del mundo a contestarle en la lengua que prefiera, un funcionario como servidor público que es debería responder en la misma lengua que le han preguntado. De todos modos aquí también entra el sentido común: el catalán es una lengua que cualquier persona que viva en Cataluña lo aprenderá salvo que se empeñe lo contrario en un plazo no excesivo, por lo que no tiene sentido exigirlo de entrada sino como condición para consolidar la plaza tras un curso formativo.

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