miércoles, febrero 16, 2011

La gala de los Goya

No ví la gala de los Goya, aunque sí he leído un extracto del discurso de Alex de la Iglesia. He oído valoraciones muy positivas del discurso, pero también otras que apuntan críticamente que no ha dicho más que obviedades. Y en realidad así ha sido, lo que ocurre es que hay cosas obvias que parece que necesitan ser recordadas.

Alex de la Iglesia parece ser más consciente que la mayoría de sus compañeros de que por las malas no se va a sacar nada y que cabrear al respetable no es buena idea. Y aunque esto ya no lo haya dicho en su discurso, los/las señores/as académicos/as deberían recordar que a los que insultan no sólo son el público que necesitan sino quienes votan las políticas que hacen que haya cine español gracias a las subvenciones (directas o indirectas, como cuotas de pantalla, obligación de invertir de las televisiones o canon). Hasta la gente que se considera de izquierdas, proclives al discurso de que hay que gastar dinero público en apoyar al cine porque es cultura, celebrarían un cambio de política por puro cabreo.

Eliminar las descargas es imposible, pero aunque lo lograran no cambiaría que hay un desequilibrio enorme entre demanda (espectadores, incluyendo los que ven las pelis sólo en la tele o las descargan por el morro) y oferta de cine español. En mi opinión hay películas españolas que no aportan nada y no deberían haberse hecho; por supuesto esto es aplicable también a películas extranjeras,  pero ahora me preocupan las de nuestro país, por  las dichosas subvenciones. Me joroba ver "operas prima" sin frescura, obras que no resisten la comparación con el cine independiente de otros países, películas con nulo interés cultural que valen más que formar en la lectura y crear fondos bibliotecarios para miles de niños en los pueblos.

Me siento orgulloso de ser español (de nuestra historia y de nuestro presente, que en nuestro país por ejemplo un pobre viejete sepa que si tiene una enfermedad, aunque sea cara y no tenga un duro, no le vamos a dejar morir sin su tratamiento). Pero no trago el extraño "patrioterismo" con el que se trata el cine español. Una de las manifestaciones de este "patrioterismo cinematográfico" es tratar al sector del cine español como si  fuera la selección y hay que alegrarse de sus éxitos, aunque la película nos cause vergüenza y por contra su rival nos cause admiración (ya hablé de esto hace más de cinco años: http://chemaper.blogspot.com/2005_03_01_archive.html). La otra manifestación de este tonto "patrioterismo" es el que haya que promocionar y subvencionar el cine español, aunque se trate de una película sin interés cultural y ni siquiera tenga algo que haga que un habitante de este país se sienta más reflejado al verla que ante una película foránea.  Tiene delito que veamos más cercanas películas independientes extranjeras (simplemente porque ahondan en temas humanos, universales al margen de culturas) que muchas españolas, que están cerradas a la visión estrecha y obsesiva de su autor.

Un último apunte. Aunque aplauda la actitud de Alex de la Iglesia y me parezca mezquina la de gente como Icíar Bollaín, alucino viendo como la gente pierde el criterio cuando alguien dice lo que quiere oír o por el contrario le cabrean. Por supuesto preferiría tomarme una cerveza y charlar con Alex de la Iglesia que con alguien como Icíar Bollaín. Pero a la hora de ver una película no dudo en que me gustan más las de la borde, envarada y miope Bollaín que las del simpático y pleno de sentido común Alex de la Iglesia.

Y ni que decir tiene la saga Torrente es una mierda y me da igual si Santiago Segura apoya o no el discurso de Alex de la Iglesia (que por cierto, en sus declaraciones dijo que si dimitía Alex dimitía él, sí señor, no por los argumentos sino por la persona).

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