miércoles, noviembre 14, 2012

Esta no, esta sí, esta no...

No, no deshojo una margarita. Es mi historial de participación en las pasadas huelgas generales, que he ido razonando en este blog aún a riesgo de parecer una veleta ;-).

Toca explicar por qué no hecho huelga hoy, si tan cabreado y decidido estaba en la pasada. Antes que nada, mis razones no tienen nada que ver con el argumento "ahora lo que hace falta es trabajar mucho, para salir así de la crisis". No, mire, si una persona está convencida que la política es errónea y nos está haciendo caer cada vez más dentro del agujero en lugar de sacarnos, que se sume a una huelga general es coherente. En cambio si reconoce que hay que hacer ajustes pero no le gustan los que le tocan, juntarse mucha gente a protestar cada uno por lo suyo no tiene mucho sentido.

Aclaro que no me arrepiento en absoluto de haber participado en la anterior huelga y hoy la haría de nuevo si la convocatoria fuera en concreto contra la reforma laboral: el tiempo ha demostrado que la reforma ha sido una mala idea y ha empeorado la situación. Creo además que el legado de la reforma que persistirá tras la crisis (de la que saldremos no gracias a la reforma sino a pesar de ella) es un cambio de modelo irreversible que pondrá en riesgo a muchas empresas que no sepan o puedan adaptarse. Y es que la reforma laboral "flexibiliza" los costes laborales, pero a largo plazo no los reduce: en época de bonanza los costes se dispararán porque como sabes que las mejoras que consigas se perderán en épocas de vacas flacas,  tienes que espabilar e irte a dónde te ofrezcan más en ese momento porque la estrategia conservadora de consolidar lo que has conseguido ya no vale. Y digo que es un cambio irreversible, porque aunque se cambiara la ley una vez que te la han hecho sabes que te la pueden volver a hacer.

En lo personal "agradezco" a la reforma laboral que ahora tengo 1000 EUR menos al año porque nos han quitado la tarjeta restaurante  (los restauradores de los sitios a los que antes íbamos a diario y ya no porque comemos de taperware también estarán agradecidos a la reforma, así como la hacienda pública por los impuestos que dejan de pagar). Afortunadamente, mi empresa piensa en todo y ya que tengo menos dinero que gastar, me hace ahorrar teniendo un día menos de vacaciones (el único día de asuntos propios que habíamos conseguido). Así mismo gracias a la reforma se perdieron los otros beneficios firmados por la empresa en años anteriores (y a mí que siempre me enseñaron que un caballero a diferencia de un truhán, siempre es fiel a su palabra...). El único beneficio que no echaré de menos es la ayuda del seguro médico, es lo que tiene confiar en la sanidad pública, ironías del destino que en cambio haya colectivos de funcionarios que niegan el derecho a elegir a los ciudadanos en educación, cuando ellos tienen un seguro privado.

¿Y entonces? Pues el tema es que esta huelga general no es contra de algo concreto como la reforma laboral: es en contra de la política de ajustes que está haciendo el gobierno, que aunque me cabree en varios puntos (no sólo en la reforma laboral) en otros debo reconocer que no nos queda otra. Es cierto que hay gente con bastante responsabilidad en la crisis y no deberíamos permitir que salgan inmunes, pero también que desgraciadamente no hay solución para salir de la crisis que implique que sólo sean esas personas las que carguen con las consecuencias.

A favor y en contra ¿de todo el lote?

El peligro de protestar en contra de los recortes en general es que sí, todo el mundo puede protestar por lo suyo, pero también todo el mundo es consciente que con los niveles de deuda que tenemos y sin posibilidad de más ingresos es ingenuo esperar que el gobierno recule y satisfaga a la vez a los mineros, los jubilados, los profesores, los médicos, los estudiantes...

Si hubiera un referéndum como se pide, habría que desglosar por medidas e incluir las alternativas para quien esté en contra de todas o la mayoría, porque de algún lado tiene que salir el dinero para reducir la deuda.

Me uno a los que protestan por que se gaste el dinero en ayudar a los bancos y cajas de ahorros (y si de verdad es imprescindible, lo que no puede ser es que sus responsables salgan tan frescos de la experiencia). Por cierto que en bancos y cajas de ahorro los responsables del desaguisado empiezan por la cúspide pero se extienden a directores de cientos de oficinas repartidas por nuestra geografía.

Me uno a los que protestan por la falta de tijera de los políticos en los temas que les afecta: sigue habiendo temas como complementos a jubilación, como múltiples sueldos, puestos de designación política en empresas públicas, en cajas de ahorro, que son indignantes y más mientras se pide esfuerzos a la población.

Me uno a los que protestan contra medidas de tipo bajada de sueldo y sin encima conllevar reducción de horas, afecten a funcionarios o trabajadores por cuenta ajena. Eso sí, a aquellos funcionarios que se mostraban tan comprensivos con la reforma laboral, porque si las empresas están mal hay que hacer lo que sea para que sobrevivan, que tengan clarito que su empresa es la que peor está en estos momentos de todas y nos está arrastrando al resto.

No me uno a las protestas, por ejemplo, contra reducción en número de empleados públicos, ya sea no reponiendo, eliminando interinidades o cerrando ese coladero de enchufismo que son las empresas públicas. Por supuesto que hay casos en que no se puede recortar sin afectar gravemente un servicio, pero en otros no cuela. Por ejemplo no siempre una mayor carga lectiva en profesores es un problema a la hora de mantener la calidad en las clases: ¿qué tal si los profesores veteranos le echáis un poco menos de morro y dejáis de endosar todos los marrones a los últimos profesores que se han sacado la plaza, cuando vosotros ya tenéis vuestras asignatura trillada desde hace años y los apuntes amarillos? (ya sé que no hay que generalizar, pero esta situación no es nada rara).

No protesto tampoco por la congelación de las pensiones.  Vaya por delante que tengo debilidad por la gente débil (valga la redundancia) y para mí los ancianos y más si están enfermos son la cúspide de la debilidad.  Pero también hay que ser claros. Si la solución "mágica" fuera salir del euro para devaluar la moneda, eso es pérdida de poder adquisitivo habría afectado a TODOS. Las pensiones es la mayor partida presupuestaria y si se congelan todos los sueldos lo lógico es que las pensiones también. Y mejor congelar todo que bajar sueldos (aunque congelar también suponga perder poder adquisitivo, por la inflación, pero precisamente menos inflación si una medida afecta a todos).  Que hay gente que cobra muy poca pensión, cierto, lo que habrá que vigilar es esos casos de gente que esté tan al límite que unos pocos euros son la diferencia entre llevar una vida austera y pasarlas mal.

Sinceramente creo que a la inmensa mayoría de los jubilados les afectará menos la crisis aunque les toque pagar algo de las medicinas, aunque les congelen la pensión, que a muchísimas familias con hipotecas e hijos que ven reducidos sensiblemente sus ingresos. Me preocupa que un anciano pueda pasar penuria o simplemente sufra por el temor a pasarla, pero no me preocupa que ahorre un poco menos que dejar a sus desagradecidos hijos cuando muera.

Algo de culpa también tenemos

Ahora bien, en tema de deuda, ¿cómo hemos llegado a esto, aparte de por culpa de nuestro paro azuzado por la nefasta reforma laboral (que no parece que esté salvando empresas, que es la única justificación para permitir lo que permite en una época en que lo primordial es atajar el paro)?

Por supuesto los bancos (incluyendo los alemanes, señora Merkel) tienen mucha de la culpa. La mala gestión de la crisis de la UE también la tiene: nuestra deuda no era tan preocupante como la de otros países, pero la política monetaria y el hecho de tener intereses contrapuestos la economía Alemana y la de otros países está teniendo un efecto bola de nieve en nuestra deuda.

Evidentemente muchísima de la responsabilidad es de los políticos. Pero aquí entra también la nuestra propia y no hablo ahora de lo que nos toca por ser quienes votamos (complicado pues todas las ideologías  han contribuido a que tengamos la deuda que tenemos), sino como hemos tragado con algunos de sus mensajes:

  • Este año hemos incrementado el gasto en "X concepto chachiguay" en un 20% ¡¡¡¡bien!!! ¡¡¡qué gobierno más comprometido!!!. Pues no. Lo importante no es el incremento del gasto sino en qué se ha concretado, pero como imbéciles aplaudíamos el mero aumento del gasto y no en lo que se veía que se había conseguido mejorar con ese dinero. Dedicar dinero que no es tuyo a una partida no tiene mérito. El mérito es gestionar bien ese dinero.
  • Para luchar contra tal problema, por ejemplo contra el SIDA, he creado la "Secretaría de Estado tal y cual". ¡¡¡¡bien!!!!. Pues no, para luchar contra un problema lo que hay que hacer es tomar medidas, no crear estructuras: no se avanza más de por sí por crear una secretaría de estado o un ministerio, en lugar de otorgar esa responsabilidad a por ejemplo una secretaría de estado ya existente.
  • Vamos a construir un auditorio, una piscina, un colegio, un.... ¡¡¡guay!!! Vale ¿y lo necesitamos? ¿cuánto nos va a costar mantenerlo? ¿no se puede compartir infraestructuras y en tal caso subvencionar transporte?
  • X gasto no es un gasto, es una inversión. No, perdona, lo que es un gasto y lo que es una inversión tienen definiciones claras: y que un gasto sea absolutamente necesario para no crearnos un problema gordo a largo o medio plazo no implica que tengamos que llamarlo inversión (lo que además es estúpido, pues se invierte cuando hay dinero, no cuando no lo hay, que sólo se cubren los gastos necesarios). Y desde luego si una generación hereda un pasivo (deuda) que no tiene equivalente en unos activos o posibilidades de retorno, aquí no se ha invertido, se ha gastado.
  • Nuestra deuda es inferior a la de otros países, no pasa nada por seguirnos adeudando. Ya, pero otros países lo consiguen por una cosa que se llaman los mercados de capitales, que funciona con unas reglas y lo que es peor con sensaciones que no nos gustan pero son las suyas porque ellos ponen el dinero. Hay países (como EE.UU.) que gracias a los mercados de capitales pueden tener deudas absolutamente impagables que saben que no pueden devolver en un número X  de años razonable  ni en sueños, pero a los inversores no les echa atrás mientras se paguen los intereses y no teman recuperar su dinero cuando lo necesiten porque habrá otro inversor deseoso de ocupar su lugar. Si no queremos depender tanto de esto, de sensaciones, de niveles de confianza con componente irracional,  hay que plantear la deuda un poco más como una familia con una hipoteca y un poco menos en niveles de endeudamiento como una empresa: en X años tengo que devolver Y, no en qué margen tengo para seguir convenciendo a los mercados para que en X años el mercado me preste Y+intereses+incremento endeudamiento.